jueves, 1 de diciembre de 2011

No recuerdo la ultima vez
que una mirada se me había hecho constante, detrás de mi ventana,
por la misma razón me pregunto cuando deje de sentir
como caricia los pasos de las vaquitas de san Antonio sobre mi piel.
Quisiera no sentir el tiempo
como tiempo. Que falta tiempo, siempre, aunque no me dejé ir, nunca.
Los arboles no suspiran, y me quiero ir.
Los ríos se secan para callar, y me quiero ir.
Las chicharras no salen a cantarle al sol, aunque no se agobien con el calor,
y no resplandezcan... por eso me quiero ir.
Y las nubes... no quieren llorar, aunque truene en el corazón.
Y ya me fui.