Y empino su vaso,
dos veces,
como si fuera el ultimo concierto,
el primero de primavera y el que se hace sublime en libertad.
Después los golpes.
Y las ultimas olas,
que son las mas primeras en arrastrar
caracolas y arrojar las
ultimas cartas de lechuza blanca.
Vidrio en su mirada, pero no se reflejaba.
Espejo en su mente, manzana latente.
mientras sonreías con arena resquebrajeandote los dientes.